lunes, 16 de abril de 2012

La sombra del viento.

Poco después de la guerra civil, un brote de cólera se había llevado a mi madre. La enterramos en Montjuïc el día de mi cuarto cumpleaños. Sólo recuerdo que llovió todo el día y toda la noche, y que cuando le pregunté a mi padre si el cielo lloraba le faltó la voz para responderme. Seis años después, la ausencia de mi madre para mí todavía era un espejismo, un silencio a gritos que aún no había aprendido a acallar con palabras.

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